No sé por qué no había escrito aquí sobre El oráculo. Pasó hace días. Últimamente no me siento bien de ánimo. No debería tampoco estar publicando; tengo otras cosas que hacer. Pero, bueno, igual.
Hace unos días con una amiga fuimos a la Filsa. Quise ir porque Silvia Selowsky iba a dar una charla sobre la cultura matríztica en Chile, y su libro iba a estar a la venta.
Desde que sé que existe, nunca quise El oráculo. Yo y mis prejuicios lo encontrábamos básico y "chanta". Por algún motivo extraño, me dieron ganas de tenerlo unos días antes de saber lo de la charla. Quería tenerlo y no sabía por qué. Cuando supe lo de la charla, no lo pensé 2 veces y me decidí a ir.
Silvia es una mujer hermosa y dulce. Muy humilde en sus conocimientos y experiencias cuando las cuenta. Ojalá pueda volver a verla algún día.
Mi amiga y yo nos compramos cada una un Oráculo porque ambas quedamos fascinadas con él. Ella aún no empieza a leerlo, pero yo ya estoy casi terminándolo. El libro es cómodo y rápido de leer, aunque yo voy con calma. Creo que deberé releerlo varias veces, lo que será un gusto. Está lejos de ser lo más interesante o sumamente inteligente que he leído, pero es amigable, tierno y bonito. Las cartas son grandes y llenas de color. Dan ganas de mirarlas.
Es hermoso volver a estar en contacto con las Diosas. Encontrarlas en mí a casi todas. Me es un poco difícil sincronizar con los arquetipos de madre porque no lo soy, pero aún así es agradable empatizar con ellas hasta donde pueda. Fueron y son, esa es la sensación que me deja cada Diosa que voy descubriendo. Todas fueron adoradas en su época, y hoy lo siguen siendo. Han sobrevivido el yugo del patriarcado, como yo lo estoy sobreviviendo hoy. Son yo, y yo soy ellas. Hay que ser mujer para entenderlo.
Hace años que no leo el tarot. Lo he olvidado bastante. Espero volver a la brujería con El oráculo de las Diosas. Cuando una es bruja y no hace brujería es como estar mucho tiempo bajo el agua.
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