viernes, 4 de octubre de 2013

Eterno femenino al encuentro de la mujer despierta.

Ayer tuve una experiencia maravillosa. Al empezar a escribir este post ayer me dolía la cabeza porque todavía no internalizo que no veo bien a más de 1 metro y se me olvida llevar los lentes. Estaba cansada y me dolían las piernas porque la insuficiencia venosa me pasa la cuenta salvajemente cuando camino apenas un poquito más de lo acostumbrado; además que estuve sentada y apretada mucho rato y con mucha sed porque hacía harto calor.

Me enteré de la charla de Nubia Rodríguez por un grupo de Facebook. Ya había escuchado de su visita hace un tiempo y no me había emocionado para nada; ni siquiera sabía quién era esta tipa ni a quién le había ganado. Pero como era gratis y podía ir, fui.

Cuando llegué había muchas personas. Muchas. La charla se supone que era en una salita que a cada segundo se iba haciendo más y más pequeña porque llegaba y llegaba más gente. Había mujeres y hombres, pero muchas más mujeres que hombres. Mujeres hermosas. Todas altamente hermosas. Y no me refiero a sus caras... O sí, pero no en el sentido de facciones bonitas, sino en que a veces me pasa que miro a las caras como si viera a través de ellas, y soy capaz de percibir la armonía divina que existe en esa persona, y eso me pasó hoy con todas esas mujeres. Todas bellas.

Como se iba haciendo todo tan chico, nos cambiamos a un auditorio. Seguía siendo chico para la gran convocatoria, pero era bastante mejor que la salita.

Había varias mujeres embarazadas, y otras con hijos. Juegan, se revuelcan y ríen. Había una niña hermosa con rizos color cobre, y una mujer con una guagua lindísima grande, gordita y pelona.

Se para adelante Nubia y nos saluda. Al instante siento la energía que emana de esta mujer. Mujer alegre, que uno le cree que la alegría le sale de adentro, de un arduo trabajo a lo largo de su vida, y que gracias a eso disfruta su vida a concho, y que por donde camina va dejando en los corazones las ganas de disfrutar la vida a concho también.

Habla de que en su vuelo a Chile venía viendo el naranjo atardecer, y que su compañero de viaje tenía una cámara grandota con la que grababa el bonito paisaje, y la lunita menguante adornaba el cielo. Habla de la introspección e introversión de la luna menguante.

Canta. Canta una canción que tenía un coro que nos hizo repetir:

"Llenar los corazones
de amor universal".

Habla de las etapas en nuestra vida. La niña, la doncella, la madre, la vieja sabia; y hacer de cada una de ellas la mejor etapa de nuestras vidas. Durante nuestras vidas estos arquetipos pueden volver a "poseernos", y nos podemos comportar como niñas siendo ya adultas y evadir así nuestras responsabilidades, por ejemplo. Lo importante es saber reconocer cuándo nos pasa esto para saber cómo manejarnos y no causar disturbios en nuestras vidas ni en las de los demás.

Que al mirarnos a los ojos vemos parte de nosotros mismos en el otro, porque todos somos uno.

Que cada uno de nosotros tiene dentro un pedacito de la energía de la vida, que es sabia y que nos habla, cuida y espera constantemente. Es la eternidad, por lo cual es capaz de esperarnos el tiempo que necesitemos para aprender lo que tengamos que aprender. Que todas las emociones son perfectas porque son un medio para llegar a esa sabiduría plena y universal.

Que debemos enfrentar el miedo que nos invade cuando nos vemos en situaciones difíciles. Son oportunidades. Si no enfrentamos nuestros miedos, estaremos siempre huyendo de las oportunidades de la vida. Es esta vida que reside en nosotros la que tiene el valor de enfrentarlo todo.

Que el eterno femenino es esta energía de amor, compasión y ternura, que no sólo la tienen dentro las mujeres, sino también los hombres.

Que el pensamiento crea realidades. Que si yo creo y pienso que alguien va a llegar tarde porque siempre llega tarde a pesar de que le dije que por favor no llegara tarde, aunque esa persona se esfuerce por no llegar tarde, algo pasará que lo hará llegar tarde. Y la culpa fue mía por obligar al universo a que le hiciera caso a mi pensamiento. Hay que darse cuenta de qué estamos generando para poderlo cambiar. Debemos subirnos a nuestra nave de batalla, encender el radar de pensamientos negativos, encontrarlos y matarlos. De eso se trata la existencia, de vida y muerte, de dejar vivir lo que nos sirve y matar lo que nos hace mal.

Nos habló de su vida. Tiene 8 hijos. 2 están casados y 6 siguen viviendo con ella. Contó que por ahora estará más de 1 mes fuera de su casa, y no es que esté abandonando a sus hijos, sino que les está mostrando que su vida también vale, que ella también tiene derecho a realizarse en lo que quiera y de esta manera les transmite que se puede seguir un camino de triunfos y sueños sin que nadie deba sentirse herido Tienen un pizarrón con todo lo que deben hacer, y la hermana mayor toma el rol de organizadora, la que da los permisos, etc. Según ella, todo de maravillas en su casa. Piensa en ellos y les manda su energía amorosa de madre, y ellos a veces piensan en ella justo en ese momento.

Habló de la vida en pareja, y que tendrá un taller exclusivo sobre ese tema y sobre los hijos como camino de vida. Me dieron unas ganas locas de ir con mi pareja, pero es caro y tengo que estudiar un montón. Me duele en el alma dejarlo pasar. Habló de los roles en la pareja, de cuando la mujer es muy hombre y el hombre siente que no pueden haber 2 hombres en la pareja y le dan ganas de irse. Lo mismo al revés. Y que a las mujeres se nos exige ser esposas, madres, hermosas, delgadas, radiantes, felices, exitosas... Y a los hombres se les exige ser viriles, fornidos, proveedores, padres, esposos... Nadie puede con todo eso. Podemos intentarlo, pero es demasiado. A veces nos enfocamos en lo que el otro no hace lo que nosotros creemos que debiera hacer, y nos despreocupamos de lo nuestro. Se puede mostrar al otro lo que nos gustaría que hiciese, pero al exigirlo y torturar al otro con lo que le cuesta hacer, es nefasto para la pareja, y para cualquier relación en general.

Habló de los retos en la vida. De cómo un bebé puede estar largo rato examinando un juguete, y que para él es un tremendo desafío. Y luego que lo hace, lo deja, lo olvida y sigue con otra cosa. Que así debiera ser nuestra vida, hacer lo que debemos aunque cueste, que hay que vencer el miedo con el valor que tenemos dentro. Ella, con su agitada vida y sus 8 hijos, por experiencia propia puede decirnos que sí se puede. Que todo lo que queramos lo podemos lograr.

Habló un poco de la biología de la fecundación y el embarazo. De que el hombre siembra la semilla sagrada en su mujer; que el semen es un líquido dorado, según los videntes, y los espermatozoides son como estrellas que danzan en él. Para qué decir que todas nos enamoramos y soltamos suspiros de ternura al oírla decir eso.

Habló del poder de la palabra. De lo potente que es decirle a otra mujer "¡qué linda estás...!". Volví a mirar al auditorio y me dieron ganas de decirle eso a todas. Todas eran hermosas.

Por último nos habló de que el hombre no puede vivir todas las experiencias de las mujeres. Un hombre no puede albergar un ser humano adentro, ni puede parirlo. Pero, si quiere, puede hacer su camino a través de la mujer. Y una frase que me encantó: "cuando yo no soy mujer, el hombre no puede ser hombre".

Se me queda mucho en el tintero de la memoria. Tampoco me dan ganas de escribir todo lo que recuerdo. Le agradecí en persona, pero le agradezco de nuevo a Nubia por su tiempo, su entrega y sus lindas palabras.

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