viernes, 28 de diciembre de 2012

De errores garrafales en la brujería

Hace un par de días comencé a leer la Guía para el practicante solitario de Scott Cunningham. Un libro que hasta ahora se me ha hecho bastante agradable. Como no soy wiccana no estoy de acuerdo con muchas cosas de las que dice pero me ha servido mucho como lectura amigable y seguro rescataré algunas ideas de este libro casi legendario en la brujería wiccana. Pero me he encontrado con una aberración. En la sección práctica, capítulo de ejercicios y técnicas mágicas, me topé con esto:

El diafragma se encuentra aproximadamente dos dedos debajo del ombligo.

Horror. El diafragma se encuentra debajo del corazón, por encima del hígado. En palabras simples divide el tórax y el abdomen, más o menos en la zona que uno coloquialmente conoce como "boca del estómago". Cunningham se refería al "bajo vientre", que suele abultarse cuando se respira "correctamente" al utilizar diversas técnicas de respiración. En eso no está errado, sino que su error es llamarlo "diafragma".

¿Por qué tanto énfasis en este error tan mínimo en un libro que no es de anatomía sino de brujería? Tal vez esté teñida por una experiencia muy desagradable que tuve hace un tiempo con una mujer que se hace llamar "bruja". Aún ahora evito hasta recordar este episodio porque vuelvo a sentirme muy mal. Ella divulgaba que los espermatozoides que no lograban fecundar un óvulo no "se perdían", sino que ayudaban al cigoto a salir del ovario y a empujarlo por las tubas hacia el útero. Le expliqué que eso no era así, que las tubas tienen su propia musculatura que es la encargada de transportar al cigoto, y que por supuesto el óvulo se fecunda fuera del ovario, no dentro de él. Al saber que yo estudiaba medicina "alopática" me hizo la guerra; según ella mi visión era una pobre interpretación de la realidad, que ella creía en la cooperación entre las especies (como si un espermatozoide humano y un cigoto humano no fueran de la misma especie) y que su visión "mágica" de las cosas era la correcta, que por suerte existía gente que no se dedicaba a la ciencia y prefería disfrutar de la naturaleza de manera simple y sin estudiar nada. Me puse muy triste, tanto por la burla que ella y otros más me hicieron como por saber que existen personas que dicen adorar la naturaleza y creen que es correcto apreciarla sólo con los cinco sentidos y que es incorrecto estudiarla. La naturaleza es una sóla; ninguna de las apreciaciones que se puedan tener sobre ella puede contradecirse. Yo no creo que sea malo recostarse sobre la hierba y mirar las estrellas sin saber qué son ni cómo llegaron ahí, como tampoco creo que sea malo instalar un telescopio y escudriñar el cielo junto a un libro de astronomía. La naturaleza está frente a nosotros para que podamos recorrerla de la manera que nosotros queramos. Pero creer que las estrellas son los ojos de los Dioses porque a mí se me ocurrió, o porque alguien me lo dijo y me pareció tan bonito que lo adopté como axioma, y luego enfurecer porque un astrónomo me dice que no son ojos sino bolas de gases que arden en el espacio, es simplemente complejo de superioridad, de creer que mi manera de ver el mundo es mejor que la tuya.

La ignorancia es un enemigo acérrimo de toda religión. El hecho de hacer ojos ciegos y oídos sordos a cualquier cosa que choque con lo que yo creo (esa fe sin razón aparente, porque sí, porque me gusta) hace que la gente pelee por nada. Yo creo que para congeniar la paz entre todos los puntos de vista es necesario aprender a escuchar con respeto y a estar dispuesto a discutir de manera objetiva y abierto a las diferencias. Es por eso que ahora al leer lo del diafragma debajo del ombligo no pienso dos veces en corregirlo, porque está mal, porque hoy en día cualquiera puede saber que el diafragma está donde es un hecho que está. Si tu libro religioso dice que el diafragma está en la cabeza, lo siento, pero es un error, no una opinión. Hechos son hechos, basta de sumir a la gente en la ignorancia e incitarla a que la defienda.

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